lunes, 26 de octubre de 2009

Porqué dejé de leer “Malacara” de Guillermo Fadanelli

Por una cuestión de seriedad, no comento nunca los libros que dejo de leer. Y a veces, por una cuestión de misericordia, no comento los libros que no me gustan. Misericordia y además porque la crítica en contra es la mas fácil. Pero con este libro me pasó (me pasa) algo extraño. Dos veces lo empecé a leer, y las dos veces me pareció que “algo” potable había allí. El personaje es corrosivo y rebelde, y por eso en cada página encontramos frases buenísimas para rescatar. Pero (y esto me pasó las dos veces que lo empecé) al poco de avanzar nos damos cuenta que no sabemos nada del personaje, no sabemos de dónde viene esta forma de ser, no se cuenta nada, todo parece absolutamente arbitrario, como si el autor hubiera buscado cualquier excusa para poder escribir cosas muy buenas como las siguientes:

“Maldita sea, si es evidente que para este juego me ha tocado apenas un par de corazones, ¿qué puede hacer ese minúsculo par frente a la pedante flor imperial con la que tanta gente se abanica? A cierta edad somos responsables de nuestra propia cara, escribió el señor Camus; bueno, en mi insensata opinión esa cara es nada menos que el espejo de la ahora tan nombrada verdad.”

“Como cualquier persona mediocre temo que la paz momentánea que reina en mi casa sea destruida en un momento inesperado. Es ésta la razón que me hace temblar cuando una visita espontánea toca a mi puerta.”

“Cómo disfrutaba pronunciar las palabras “soy un hombre de bien”, es una oración tan sencilla que solamente un hombre honrado puede advertir cuándo es pronunciada de una manera falaz. En ocasiones, la frase puede tocar también el corazón de los hombres malvados, quienes, de inmediato, se sienten sucios frente a un hombre que, a diferencia de ellos, insiste en procurar el bien. La cuestión es que esta frase nunca deja a nadie impasible.”

El libro esta escrito en un tono altisonante mas de una vez malogrado, que le quita naturalidad y credibilidad al protagonista. Por momentos parece haber una intención humorística, tampoco lograda en mi opinión. El Negro Fontanarrosa en sus cuentos, por ejemplo, hacía de la utilización de cierto “lenguaje culto” una herramienta humorística infalible. Aquí no se sabe si cierto vocabulario rimbombante está para hacer reir, o para mostrar las aptitudes del autor. Tanto los pensamientos lúcidos como el vocabulario difícilmente pueden ser atribuidos con naturalidad al personaje narrador: es muy poco lo que sabemos de el, y no podemos vincular a nada su mirada del mundo y su manera de expresarse. Teniendo en cuenta dónde quedó el señalador, llegué a leer 60 páginas en esta segunda oportunidad. Y tenia la firme intención de leerlo todo, porque me parecía que “algo” había ahí. No lo lo aguanté. Y miren que soy aguantadora, eh……. Pero no sé, no estoy convencida 100% de estar en lo cierto denostando este libro. Me quedé intranquila. Asi que escribo esto, porque capaz que a alguien le interesa y quiere sacarme de dudas.

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